martes, 23 de septiembre de 2008

Quiebra de una ideología


El sistema financiero mundial está en quiebra. Ese hecho y su consecuencia, la intervención del Estado en pos de una absorción, más que un salvamento, marcan la bancarrota de gigantes, pero también la del neoliberalismo.


El sábado último, la televisión alemana transmitió una mesa redonda de especialistas de varios países. La representante del Financial Times de Londres fue categórica: “Hay que regular el sistema financiero”.


Eso mismo han comenzado a reclamar los sindicatos de la Gran Bretaña. Hay una razón de fondo: después del crash bancario se vislumbra el del empleo. O sea que se viene lo peor.


La explicación es simple. Si, a partir de la ruina financiera, se va a producir un bajón industrial, el empleo se va a derrumbar.


El pánico empieza, pues, a cundir.


Entretanto, la propuesta del presidente Bush de adquirir hasta 700 mil millones de dólares de activos hipotecarios hoy en manos de bancos quebrados, encuentra oposición en el Congreso de su país. Muchos denuncian en ello el surgimiento de un populismo de nuevo cuño: favorable a los multimillonarios.


Esto se trae abajo la ideología del mercado libre y la libre empresa como garantía de éxito.


Hace ya varios días denunciamos la irresponsabilidad con que el gobierno de Alan García y las autoridades económicas y monetarias se despreocupan de las consecuencias de esta gran crisis para la vida de los peruanos.


Algo más, el presidente García se ha dado el lujo de recomendar la desaparición del Mercosur y de la Comunidad Andina. Empujado por su facundia y su soberbia, demuestra una ignorancia que sería risible si no fuera peligrosa. Porque justamente una de las tablas de salvación puede consistir, como lo ha señalado ayer Gonzalo García en este diario, en fortalecer lazos con el Mercosur, que encabezan Brasil y Argentina, y en vigorizar la economía interna, el agro ante todo, amenazado de ruina por el TLC con Estados Unidos.


El optimismo panglossiano de los García es semejante al de los gobernantes de Estados Unidos días antes del gran crash de octubre de 1929.


John Kenneth Galbraith recuerda en su extraordinario libro The great Crash lo siguiente: “La noche del 29 de setiembre (de 1929), el Dr. Julios Klein, subsecretario de Comercio, amigo del presidente Hoover, había dicho: “El principal punto que quiero subrayar es la salud fundamental de la gran masa de las actividades económicas”. Poco después, algunos millonarios se estaban arrojando desde una ventana de un rascacielos y miles de neoyorquinos formaban cola en espera de un plato de sopa gratis.


Klein, dicho sea de paso, fue quien asesoró al dictador Manuel Odría en la introducción temprana del neoliberalismo en el Perú. “Usted fregó la cosa, mister Klein”, comentaría Manuel Seoane, el “Cachorro”, desde el destierro.


Por: César Lévano